18 de octubre de 2010

things I have never told him.

Pedí café irlandés muy caliente para arañarme la garganta y que se me pasaran las ganas de gritarte y de echarte en cara que te fuiste hacia mas de mil doscientos días atrás, dejando de dar señales de vida. Si hubiera aprendido a odiar... no te hubiera sonreído entre los DVDs que nos rodeaban en aquella superficie comercial famosa y céntrica de la capital. Al final, despues de todo, las unicas palabras que me salieron fueron aquellas que hubiera pronunciado igual que si el dia anterior te hubiera visto; incluso fue como si aquella mañana hubiera despertado a tu lado. Y no. "Yo estoy esperando a que baje el precio, total, nunca me gustaron los finales...". Miraste otra vez la sexta temporada de aquella serie que habia terminado medio año atras y lo volviste a dejar en su sitio para despues atravesarme con tus ojos, tan negros que parecia que alli no habia vida. Siempre has sido experto en hacerme esperar, y por un momento, me asusté creyendo que no eras tu...al fin y al cabo, hacia tiempo que no recordaba tu sonrisa, tus rasgos y tu mirada, asi que, podía estar ligando con cualquier desconocido que se pareciera a ti. Otro mas."El unico final que no deberia gustarte es el nuestro, bueno, el de cada persona, el tuyo, el mio y el de todos aquellos que nos rodean cada día, que van y vienen mas allá de estas paredes, ya sabes como acaba, todos morimos... -Reflexionaste frunciendo el ceño- los demás finales no existen. Ya ves, estoy aqui, otra vez"; concluiste antes de sonreír. Es cierto que entre nosotros en ese momento se interponía la mesa de "novedades"; (entrecomillado, porque aquellos DVDs que habías sostenido unos instantes antes de darte cuenta de que era yo y que te estaba hablando a ti, habían salido dos meses atrás) pero  sentí que estábamos tan cerca que tuve miedo. Esa sensación que siempre aparece disfrazada; y esta vez lo hizo de una falsa (o no) alegría de un recuentro que ya me había cansado de esperar. "Te debo un cafe, un colacao o una cerveza", continuaste como si no hiciera falta que yo dijera nada. Y casi como una imposición tuya, que me llevaste a aquella cafeteria pequeña sin dejar de sonreirme; y a la vez imposición mia, que me pedi cafe irlandés muy caliente para arañarme la garganta y que se me pasaran las ganas de gritarte y de echarte en cara que te fuiste hacia mas de mil doscientos días atrás, dejando de dar señales de vida; acepté sin ninguna otra opción. Tienes que saber, que en todo ese tiempo viviendo mi vida sin ti, habia perdido la cuenta de las veces que pregunte a la nada: ¿por qué?; ¿donde estabas?; ¿cuando ibas a volver?; y siempre, otra vez ¿por qué?. Ahora estabas delante; podia haberte preguntado y haber obtenido alguna respuesta, aunque tratandose de ti... Tu eras experto en evitar las palabras. No recuerdo que ninguna vez me dijeras "te quiero", aunque es cierto que lo demostraste, y mucho mejor, que aquellos que durante esta vida sin ti, se han atrevido a pronunciarlo para luego decir que lo nuestro no funcionaba y que era mejor darnos un tiempo. O darnos horas para gastar en otras camas. Ya no recuerdo de que estaba hablando, y creo que tu tampoco eres capaz de recordar que yo hablara en algun momento de la conversacion. Te miraba, sonreia, y me sentia imbecil por momentos. Haberte re-enconcontrado asi, sin esperarlo, me habia asustado, estaba perdida, creia que la vida intentaba decirme algo y yo no supe reaccionar hasta que, un cafe irlandes después y dos cervezas, te dije que te echaba de menos. No mentia. Echaba de menos aquella manera tuya de hablar sin parar, cambiando de tema una y otra vez, acribillandome a preguntas y sin dejar tiempo a que te replicara "¿y tu?" despues de cada una. Acabamos cenando en una de las franquicias de uno de los restaurantes mas extendidos de la ciudad. Después de toda la tarde juntos, parte de la noche, un cafe irlandés y cuatro cervezas, el postre me sabia amargo. La única pregunta que te hice fue un "¿Ahora qué?" antes de subirme al autobus de vuelta a casa. Podria haber seguido hablando y completado la interrogacion con un "¿Ahora qué? ¿Te vas a volver a ir? ¿Vas a volver a desaparecer de mi vida como si nada?". No hacia falta, siempre fui chica de pocas palabras y aun tiemblo cuando pronunciaste la frase de tu guion. "Si te vas ahora, habré gastado todo mi tiempo hoy para nada. Llevo viajando a Madrid, al menos, cinco veces al año, y siempre he tenido esa intuicion de que te encontraria en cualquiera de sus calles. Siento no haber contestado ningun correo, siento no haberte llamado ninguna vez. Sabia que pasaria cuando tuviera que pasar, y cuando la vida nos pusiera uno enfrente del otro, a pesar de los años... del tiempo, de la distancia, nos besariamos como si no hubiera mañana. No quiero que te vayas a casa. Dejame que te invite a dormir." Tu, y tus malditas palabras de película siempre me atravesaban. Hacia frio, estaba acurrucada dentro de mi abrigo mirandote expectate, el conductor se nos quedo mirando por espacio de tres segundos inquisitivo antes de cerrar la puerta y partir. Nos quedamos solos en la parada de autobús, en una de las avenidas con mas trafico de la ciudad; los coches casi volaban a nuestro lado, cortaban el viento con rabia y rugidos del motor, pero todo nos era ajeno. Te acercaste mas, sonriendo, y me besaste, si, como si no hubiera mañana. Ahi, ya empece a creer que de un momento a otro me despertaría, yo estaria tumbada en mi cama, y tu... lejos. No sabría donde, pero estarías lejos. E incluso me asusté porque hacia tiempo que no soñaba contigo. También hacia tiempo que no soñaba algo tan... ¿real?, extraño y absurdo. Me perdí entre las sabanas del cuarto de invitados de casa de tu hermano; me perdí en cada uno de tus ángulos y en tus rectas. Gimiendome en el oído, acariciándome la espalda, apretándome los huesos contra tu piel, era como si el tiempo se hubiera disuelto en un momento. ¿Que narices estaba pasando?. El mundo se habia vuelto del revés. Si aquel mediodia no hubiera perdido el tren, hubiera llegado media hora antes a Madrid, hubiera comprado el filtro para el objetivo de la camara, y me hubiera ido de alli sin pasarme por la seccion de DVDs; o quizá me hubiera ido antes de allí al no encontrar nada que llamara mi atención y puede que me hubiera encontrado contigo en las escaleras, mientras tu subias, yo bajaba, y solo me hubieras parecido el reflejo de algo que ya no tenia. Si una semana atras no me hubiera fallado la tarjeta de credito, ya tendria mi filtro, y ese dia no me hubiera echo falta ir a Madrid, a aquella superficie comercial famosa y centrica de la capital. Creí, como pocas veces que la vida siempre nos llevaba a donde ella quería, y después de haberte llorado tantas noches, haberte buscado en abrazos que se te parecian, ahora estaba follando contigo, si, como si no hubiera mañana. Creo que tu hermano y tu cuñada pasaron la noche en vela expectantes de ver con quien habias entrado corriendo en la habitacion a altas horas de la madrugada. Se que estaban despiertos porque escuché ruido en el baño que teniamos pared con pared mientras tu fumabas en el balcón. Cuando te lo dije, sonreiste otra vez, como llevabas haciendo desde que sostenias aquel pack de DVDs horas atrás en aquella superficie famosa y céntrica de la capital. "Es la primera vez, de todas las veces que he venido, que he traido alguien aquí. Solo estarán debatiendo si seras tu o no". Ahora lo pienso, y te podría haber llamado "¡cabrón!" en aquel momento. No eras capaz de llamarme, ni de tan siquiera contestar a los correos; cosa que me llevo a pensar que habias eliminado aquella cuenta hotmail a la que le faltaban la mayoría de las vocales; y sin embargo, hablabas de mi con tu hermano en cada visita a Madrid. No recuerdo haberme quedado dormida en ningún momento, pero si se, que una de las veces que cerré los ojos y los volvi a abrir, ya no estabas a mi lado. La casa olía a café, y si algo faltó en aquel ambiente de domingo, es que aplaudieran cuando salí del dormitorio vestida con una de tus viejas camisetas. Digo que era vieja porque cuando vivías a solo diez minutos de mi casa, antes de que te fueras y no dieras señales de vida durante mas de mil doscientos días atrás, ya la vestías, y al verla alli, a los pies de la cama...no pude evitarlo. "Quedatela" me dijiste mientras nos vestíamos con cierta resignacion y melancolía después de un desayuno incómodo de no mas de diez minutos. Salimos a andar con la chaqueta puesta, y tu con la maleta en la mano. Me diste, que recuerde, doce abrazos y quince besos. Cinco de ellos, en la mejilla. Ya no podiamos ocultar lo que habia pasado la noche anterior, aunque en tus gestos, tu sonrisa cansada y tu mirada podía ver cierto aire de arrepentimiento. Puede que pensaras que me habías arrancado la inocencia, y no era así. Pero yo, chica de pocas palabras no fui capaz de decirte nada. Te fuiste sin decirme a donde, aunque ya lo hicieron los carteles con luces de neón por ti. Volvías a casa sin darme mas razón que dejarme alli, en la estación de autobuses con ganas de llorar, con ganas de gritar.   En los mas de mil doscientos días atrás en que te fuiste había aprendido a reconstruir los pedazos que dejaste de mi, y joder, creo que esta vez, entre los nervios, tus palabras de película y las sabanas en las que nos refugiamos de nuestras vidas, me quede sin nada...ni siquiera tenia las palabras adecuadas para explicar a Javier por que no había ido a dormir ese día a mi casa. Y, por si servia de algo, solo tenia aquella camiseta vieja que te había robado aquella mañana.

1 comentario:

  1. pero por favor, me puedes decir cómo lo haces??? y por qué de repente me he convertido en la protagonista de todas esas palabras?!?
    lloro, vale? LLORO!!!!

    ResponderEliminar