25 de septiembre de 2009

espirales y círculos.

-Y sí, me acostaré con cada hombre que se cruce conmigo. Con todos y cada uno de los que me sonrían y me inviten a cafés. ¡O a cervezas!. O a tragos secos que me tomaré sólo para quemar tu sonrisa, sí, esa que aún tengo atragantada desde hace tanto tiempo, que ni las matemáticas son ciencia con ella. Ni baja ni sube, y me quita el hambre, las ganas... Y no hay remedio. En la farmacia me miraron mal y en los bares, los camareros me recomendaron beber...Y lo hago, pero no sirve. Caminamos en círculo, y al principio de cada uno, estás tu, Antón. ¿Qué más dará que cada noche despierte al lado de otro cuerpo, si al final acabas por aparecer y yo, como imbécil, correré a tu lado?. Caminamos en espiral, y tú eres principio y final, Antón. ¡Joder!. Amar duele. ¿Por qué nunca estás?. ¿Por qué tengo que acabar los domingos en pijama gritándole a mi propio reflejo en el espejo?

Golpeó el cristal, dos y tres veces. Pero no tenía a penas fuerzas para hacerlo crujir...Todas se escurrían desde los ojos derrapando en las mejillas. Cuesta abajo y sin frenos, las lágrimas caían, igual que Claudia desde que Antón se había ido. A Buenos Aires, guitarra al hombro, sueños, escenarios, y todos los gritos que le pesaban haber dado a la chica a la que amaba (sí, la amaba a pesar de que su juventud le cegaba) y a la que ya ni se atrevía a llamar.

-Y volverás, sé que lo harás, aunque sea quince años después de la noche en que nos cosimos los corazones debajo del edredón.

Después, ella y sus diecinueve años se derrumbaron al lado de la bañera, la misma donde un año después de esta escena, acariciaba el cuerpo desnudo y cubierto de espuma de Jacobo.

1 comentario:

  1. tienes un regalito esperándote en mi blog!
    qué tal la cena??

    PD: precioso...

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