10 de abril de 2010

Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos.

Durante dos horas Madrid ha quedado muerto. Es cierto que estoy lejos, pero sé que mientras escribo estas líneas, la Gran Vía palpita en paz sin el tumulto que acostumbra haber sobre ella. Sé que al menos uno de los conductores de metro que en este momento aún no ha acabado su turno, maldice una y otra vez que, en el esqueleto interno de una gran ciudad orgullosa de su tecnología y progreso, aún no se pueda escuchar la radio, ni siquiera tener cobertura. Los bares rebosan, sí, de ilusión, pero también de odio hacia unos iguales, de furia y rabia, porque sí, el Real Madrid pierde. El Barça gana, y con un maldito balón entrando entre dos palos y siendo atrapado en una red, la gente también gana. Orgullo y un sentimiento detestable de creerse más que otro igual. Me parece increíble que un deporte, sin entrar en la idiotez o no de correr detrás de un balón, pueda generar tantas cosas negativas. Y sí, sé que genera otras tantas positivas, que no hay lo uno sin lo otro... pero ¿qué quereis? tanta rivalidad solo genera odio, y hace tiempo que me negué a aprender a odiar.
Estoy triste porque mientras la gente se enfunda en una bufanda o en una bandera y grita en un bar o en un estadio, hay gente que muere en guerras por ideales igual de estúpidos que un maldito equipo de fútbol que trafica con tal cantidad de dinero que podría acabar con el hambre en el mundo. Vivimos en tal contradicción, que a veces duele pensar, o simplemente escuchar a todos los que no pueden sonreír cuando sale el sol. Duele tanto, que a veces es mejor cerrar los ojos y huír...

1 comentario:

  1. Qué gracia! Sí que te vi!! Pensé: "Esta chica me suena.." y ahora se de qué! jajaja!
    Un besito y seguro que nos volvemos a "ver" pronto en un concierto!
    Mua!

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