9 de septiembre de 2010
tu que llegaste por casualidad+.
-No creo que llegaras, es que simplemente estabas. Estabas en el lugar y en el momento adecuado. A mi me gusta la fotografía porque ninguna foto es igual a otra. Siempre cambia el matiz, la saturación y hasta el movimiento de los objetos... Ninguna sonrisa es igual que otra, ni las nubes vuelven jamás a la misma posición. Incluso las manos tiemblan, la luz se amortigua dos segundos después... Y me gustan las personas porque nadie es igual que nadie. Quiero decir que aquel día en el parque había como mínimo, ochenta y dos muchachos. Más los cinco que se subieron al escenario. Pero tu no eras como los demás... tu estabas apartado, casi ausente, al lado de la barra y con una cerveza en las manos. No hablabas ni cantabas. Pero en el momento en que nuestros ojos se cruzaron, sonreíste. Y lo hiciste de una manera especial. Sin saberlo, me tranquilizaste. Yo estaba perdida... Llevaba mucho tiempo perdida. No, no es que no supiera donde estaba, era sólo que no sabía por qué estaba esa noche allí, sola, como tantas veces, y cuando te vi supe el porqué. Bueno, no, no lo supe, simplemente lo intuí. ¿Sabes? Yo tuve mis dudas. Quizás a los dos segundos de esa mirada que me atravesó apareciera alguien en mi cuadro de visión que te besara, te abrazara... Y me resigné. Sí, agaché la mirada para no verlo, por si a caso...como se solía decir. Agarré mi cámara y volví a lo mio. Capturar instantes. La gente me llama fotógrafa o reportera gráfica. No, yo me dedico a capturar momentos... luego ellos publican aquellas que creen oportunas. Siempre eligen las peores, creo. No sé de qué estaba hablando... ¡Ah. si!. "¿Por qué no usas un objetivo con distancia focal fija?", me susurraste. Ya no hubo remedio... Habías ido más allá de una leve sonrisa y mientras te enseñaba el otro objetivo que guardaba en la mochila, sabía que aquella noche no acabaría el reportaje para la revista local...
16 de agosto de 2010
Nadie cabe en un cajón.
-¿Qué quieres ser de mayor?.-Le preguntó él con insistencia.
-¿Qué más dará lo que yo quiera?.-Sonrió la niña con la mirada perdida. El hombre, con los ojos aún clavados en ella, se estremeció. Sonreía pícara, escondiendo las palabras detrás de unos dientes que a penas acababan de salir.- Voy a ser una caja de zapatos.-Lo dijo sin titubear un segundo; con la certeza de aquel que un día descubrió la gravedad.
-¿Una caja de zapatos?.-Preguntó escondiendo la duda de si reír o seguir tomando en serio a aquella niña que se había cruzado por casualidad hacía ya más de una semana de tardes calurosas en el parque donde se sentaba a escribir y a borrar.
Ella asintió.
-Voy a ser la caja de zapatos más bonita. Voy a estar llena de fotografías, de olores, de sabores... Y me voy a esconder debajo de la cama para que nadie me encuentre.
30 de julio de 2010
Nos creemos que somos los dueños de nuestros sueños y acabamos vendiendo los corazones descosidos en mercadillos de barrio. Nos hemos pasado la vida llenando maletas, y al final, cuando se vacían, paradójicamente, están llenas de recuerdos. A veces me gustaría encerrarme en una de ellas y vivir viajando en todos los maleteros de los autobuses, notando el asfalto en debajo de mi. He quemado la carretera, y tu me quemaste el corazón. Vivir rápido para no pensar, es solo una excusa de los cobardes que no se atrevieron nunca a ser felices. Y yo soy una de ellas, cobarde que duerme encerrada en las maletas sólo para que los sueños se mezclen con los recuerdos. Creo que defenitivamente, sólo somos dueños de las estupideces que llegamos a hacer para engañarnos y creernos que somos valientes. Con V de Vaso. Y la T de Tragos. Qué imbecil. Hoy me duele la espalda porque nunca fui lo suficientemente flexible como para caber dentro de una maleta, y por más que te lo creas, hay cosas que no se pueden cambiar. Creo que sólo me falta por coger una mochila y llenarla de descosidos que vender en el mercadillo del barrio.
3 de julio de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)