5 de diciembre de 2009

vos.

Antón también lloraba por las noches. Y tenía como único testigo la luna detrás del cristal, brillante y con una sonrisa burlona. El océano, que parecía toda una vida, le había arrancado a lo que más amaba, a pesar que debajo del edredón, consumiendo un cigarro en los pulmones, se repetía que dormir abrazado a su vieja guitarra, era suficiente para que el alma de Claudia volará cada noche hasta Argentina.
Y una vez más, despertó al borde del precipicio del cochón, abrazado sólo a las mentiras que le había contado. ¿Buscarse la vida en Argentina?, ¿Cambiar?, ¿Llevar su música, su arte (si a caso lo tenía), y buscar nuevas fotografías más allá de un país que le ahogaba en una democracia sin justicia?.
Tomó café, frío y amargo por la mañana, y lo acompañó con el hachís que aún sobraba en el bolsillo del vaquero que llevaba la noche anterior. El mismo que había llenado el papel con una dirección dibujada en él de un olor particular. Sonrió, y corrió escaleras abajo. Después de todo, sabía que había valido la pena.

Sebastián le abrió la puerta con la mano temblorosa y la voz rota.
-¿Es usted Sebastián?.-Preguntó el chico de converse, pantalones rotos y sudadera negra arrugada, con el pelo despeinado.
-Sí.-Le miró con recelo.-¿Vos sos?.
-Su nieto.

1 comentario:

  1. me gusta la etiqueta.
    me gusta el final abierto.
    me gusta cada metáfora.

    y quiero más.

    "El océano, que parecía toda una vida, le había arrancado a lo que más amaba."
    *

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