17 de mayo de 2010

Universimad. "La música es de las pocas cosas que pueden arreglar un mal día".

Hace poco leí en algún sitio que un disco no es bueno o malo. Que no se puede juzgar la calidad de un proceso productivo sin considerar los motivos, el momento personal que atraviesa el compositor a la hora de escribir y nadie puede entrar en la piel de nadie a la hora de escuchar un cd. Sé que es muy precipitado asignar la corona de "mejor disco del año" a cualquier grupo cuando aún no hemos atravesado siquiera el ecuador del 2010, cierto. Pero una cosa tengo clara, "Universal" de La Habitación Roja ha puesto el listón muy alto. Aún no sé por qué busqué en Spotify el nombre del grupo. Creo que tenía una espinita clavada y que a pesar de que en menos de un mes les he conseguido hacer un pequeño hueco a sus canciones y aunque supiera a poco, ya los he podido ver en directo, aún la espina sigue ahí. La habitación roja siempre ha sido un grupo que han estado, que alguna vez me podía sorprender tarareando alguna melodía de su amplía discografía, y que sin embargo nunca me había parado a escucharlos de verdad. Creo que la espina ahora se ha clavado más por la rabia de no haberlo hecho antes que por el hecho de que el sábado me supiera a poco su fugaz paso por el escenario del Universimad. Rabia, una vez más de no haber podido saborear más momentos con su música como banda sonora. Hay una expresión que últimamente uso mucho, y que me hace sonreír siempre que lo hago. Es un grupo que me ha volado la cabeza. Y si sonrío es porque es cada vez más dificil que me pase. Y ellos no sólo me han volado la cabeza con el último disco, lo han hecho con "Cuando ya no quede nada", "Nuevos tiempos", del que descubrí alguna canción borrando música de mi antiguo mp4, y sé que lo irán haciendo a medida que me vaya haciendo con toda su discografía. En parte es gracioso descubrir un grupo tarde. Te puedes empapar de toda una evolución en solo una tarde y sonreír al comparar canciones antiguas y nuevas. No he escrito todo esto sólo para vender "Universal" como el mejor disco del 2010, puede que en Diciembre ya no piense igual, pero quizá entonces yo ya no sienta igual y no tenga la necesidad de cantar que "Voy a hacerte recordar, lo que no quieres ser, lo que eres sin querer, lo que ya no podrás hacer, voy a hacerte recordar, lo que ya no será lo que ya no tendrás lo que ya no podrás tener. Dormir bajo un cielo estrellado y sincero,regalarte el mundo entero ser el único, el primero..." y tampoco llore cuando suene que "quiero saber si es verdad que dijiste que yo...que yo nunca fui especial, tan solo alguien más con quien poder matar el tiempo y tu soledad...". Volvemos al principio. Un disco no es malo ni bueno, simplemente son canciones que vuelan y a veces tocan corazones sensibles que son capaces de hacerlas suyas y yo ahora he dado con mi motín personal. Una discografía entera llena de canciones que me hacen temblar con acordes que son especiales y letras que son poesía y que muchas veces dicen lo que yo no me atrevo a decir. "Te lo volveré a repetir: Te quiero, te quiero, te quiero así, yo te quiero así..."

Cuando los presentaron antes de salir al universimad, dijeron que "saboreaban uno de los mejores momentos", y yo me alegré por ellos como si los hubiera seguido del principio. No es cierto, pero tengo ganas de hacerlo hasta el final. Fue bonito ver cómo animaron aquello, cómo la gente corrió para estar más cerca del escenario y cómo nos hicieron disfrutar. Es cierto que fue agridulce ver cómo les quitaban las guitarras literalmente y les echaban del escenario cuando aún les quedaban dos temas por tocar, y que uno de ellos fuera cajas tristes. Pero el balance fue positivo y quizá solo fue un aperitivo para lo que vendrá a partir de ahora. Aperitivo que sirvió para ver cómo se desenvuelven ahí arriba, y ver la conexión que crean con el público. Las sonrisas que regalan a pesar de llegar cansados de un concierto en León la noche anterior. Ellos fueron los que animaron aquello en las primeras horas de la mañana, aún con nubes sobre nosotros y que rara vez dejaban que el sol se asomara.
Fue con The Righ Ons cuando realmente lo hizo. Cuando el sol quiso salir de una vez. Y fue toda una sorpresa (y no sólo meteorológica) esos chicos que estaban en el escenario disfrutando y que hicieron disfrutar a un recinto que empezaba a llenarse. Me sorprendieron para bien. Me hicieron disfrutar y con sólo conocer su nombre por el cartel del Low Cost, al final terminé coreando algún verso de alguna canción como eso que dice "Take it easy". Aunque no me atrevo a calificar a un grupo en la primera escucha, si me atrevo a hacerlo cuando los veo en direco, y si hay una palabra que los pueda definir es espectáculo. Me hicieron reír, saltar y ahora no dejan de sonar. Tienen energía y saben trasmitirla. Son uno de esos grupos que necesitas escuchar antes de irte de fiesta una noche, mientras te arreglas y das saltos por tu casa. Son alegres, su música es alegre, y su directo es alegre. Hace poco lo comentaba con una amiga: "es más fácil hacer canciones tristes que alegres", y la mayoría de los que intentan hacer canciones del segundo tipo, la cagan. The Right Ons me demostraron que no. Que se pueden hacer canciones alegres y buenas de forma natural y sencilla y que se puede disfrutar tanto debajo como encima del escenario de la misma manera con esas cosas a las que llamamos canciones.

No sólo de grupos consagrados va la historia del Universimad, realmente lo mejor de todo es que se de la oportunidad de subir a ese escenario a grupos que siguen picando día tras día e ilusión tras ilusión el muro que ahora se presenta en el mundo de la música. Aunque a veces no es cierto que sólo haya ilusión, sino que a veces hay la parte negativa, la desilusión. Y no sólo por ellos, sino por aquellos que creemos en esos grupos que siguen ahí y lo intentan una y otra vez. Personalmente, tengo que hablar de Apnea y no sólo por el hecho de que vengan del mismo sitio del que vengo yo, de Aranjuez. Es por el hecho de que son buenos y que al menos uno de los premios que se repartieron el otro día debía de haber sido para ellos. Y puede que yo no sea objetiva y que no prestara atención a esos que se llevaron tres premios de cuatro, Chicomalo, ni a los que se llevaron el primer premio, Naive, pero presté atención a la hora de repatir los premios y me pareció injusta la forma de hacerlo. Da igual, al final, aunque el sabor fuera agridulce otra vez, yo me quedo con el tiempo en que tuvieron a todos a sus pies, aunque fuera poco, y con las tres canciones que pudieron tocar y que, como presentación de lo que será su segundo álbum, dieron a conocer que tienen ganas de seguir ahí, y que la música no muere. Ni las ganas. Ni la ilusión.

Al final, con el ritmo de Lula en los oídos, nos fuimos de allí, con un puñado de buenas canciones, momentos y con ganas de repetir.

pd. gracias a Cass por dejarme usar las fotos y por venir y sacarme de ese encierro estudiantil que me está alejando del rock por un mes! arg. universimad'11 nos espera jajaja.
pd2. El viernes 4 de Junio Apnea estarán tocando en la sala Moby Dick de Madrid. Yo imagino que ese día estaré en la "ciudad del Rock" viendo a Bon Jovi, John Mayer y Pereza. Y me da rabia, pero si alguien no tiene plan... yo iría.

10 de abril de 2010

Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos.

Durante dos horas Madrid ha quedado muerto. Es cierto que estoy lejos, pero sé que mientras escribo estas líneas, la Gran Vía palpita en paz sin el tumulto que acostumbra haber sobre ella. Sé que al menos uno de los conductores de metro que en este momento aún no ha acabado su turno, maldice una y otra vez que, en el esqueleto interno de una gran ciudad orgullosa de su tecnología y progreso, aún no se pueda escuchar la radio, ni siquiera tener cobertura. Los bares rebosan, sí, de ilusión, pero también de odio hacia unos iguales, de furia y rabia, porque sí, el Real Madrid pierde. El Barça gana, y con un maldito balón entrando entre dos palos y siendo atrapado en una red, la gente también gana. Orgullo y un sentimiento detestable de creerse más que otro igual. Me parece increíble que un deporte, sin entrar en la idiotez o no de correr detrás de un balón, pueda generar tantas cosas negativas. Y sí, sé que genera otras tantas positivas, que no hay lo uno sin lo otro... pero ¿qué quereis? tanta rivalidad solo genera odio, y hace tiempo que me negué a aprender a odiar.
Estoy triste porque mientras la gente se enfunda en una bufanda o en una bandera y grita en un bar o en un estadio, hay gente que muere en guerras por ideales igual de estúpidos que un maldito equipo de fútbol que trafica con tal cantidad de dinero que podría acabar con el hambre en el mundo. Vivimos en tal contradicción, que a veces duele pensar, o simplemente escuchar a todos los que no pueden sonreír cuando sale el sol. Duele tanto, que a veces es mejor cerrar los ojos y huír...

8 de abril de 2010

love is.


















"When we fall in love, we're just falling in love with ourselves. We're spiralling"...

26 de marzo de 2010

es una historia que se escribe en los portales.

Somos cada uno de los trenes que perdimos y cada uno de los trenes que nos llevaron a todos los lugares en los que dejamos algo de nosotros. Sí, nos vamos perdiendo en cada lugar que pisamos, en cada bar en el que bailamos y en las botellas en las que ahogamos las horas muertas. Y sí, a medida que perdemos, ganamos historias que contar. Historias que hablan de todos los que alguna vez nos miraron, nos sonrieron, nos besaron, nos abrazaron. Que hablan de todos los días en los que tuve ganas de ti, de los días en que tuve ganas de un abrazo o de una botella, o de perderme hasta que ni siquiera fuera capaz de encontrarme o de que me encontraras. Somos cada uno de esos días que recordamos, y los que no. Los que marcaron a base de heridas y nos forjaron con una personalidad. Severa, dura, cariñosa… Somos diferentes y sin embargo todos tenemos algo de nosotros en aquellos billetes de metro que guardamos con la delicadeza del que guarda un amor. Tenemos algo de nosotros en las entradas de los conciertos que esperamos con la ilusión de niño infantil. En los libros que nos hicieron temblar y en esas palabras que alguna vez escribimos con el corazón en la mano. Somos aquella vieja cámara de fotos con carrete que usamos y tiramos, que nos despertó la curiosidad y las ganas inquietas, las heridas en la rodilla y las horas de patio traducidas en tardes que sabían a nocilla y caramelos. Hasta nuestros ídolos se llevaron parte de nosotros, de nuestro tiempo y nuestro cariño. Y a veces esos ídolos no están en televisión. Nos vamos perdiendo y nos vamos reinventando. Cogiendo nuevos trenes, coleccionando nuevas sonrisas y alimentando las ganas de no perderse. Ahora no… y el próximo tren esta a punto de partir. El próximo avión. Y a veces es bueno, partirse y repartirse, es bueno perderse en todas aquellas playas que nos empaparon de salitre, en todos aquellos vasos de café que mojaron nuestros labios y en aquellos pasos de peatones que a veces cruzamos corriendo. Somos ese rastro que hemos dejado en todas las calles en las que nuestros pantalones besaban el suelo, todas las sillas en las que nos hemos sentado, para hablar, para reír o descansar y todos los colchones en los que hemos dormido abrazados o no. Te llevaste parte de mi en cada beso que te di, en cada abrazo, en cada café que compartimos, en cada cerveza, en cada noche, en cada madrugada, en cada palabra, en cada sonrisa, en cada llamada, en cada grito, en cada mirada… y después de todo, creí que no era nadie. Me vaciaste. Y sí, me tuve que reinventar y aprendí que mientras yo te daba, tu me devolvías, y ahora yo soy tu, tu eres yo, y te voy perdiendo en otros brazos, en otro labios y en otros vasos. Perdemos y ganamos historias que contar…