20 de agosto de 2009

dieciocho es toda una vida.

Claudia se enamoró de Antón porque no era como los demás. Se enamoró, porque por las noches le gustaba sentarse a contemplar las estrellas sin importarle que su pantalón blanco de domingo se manchara del verde césped mojado. Ni tampoco le importaba tener que buscarla después de sus enfados en la playa, de noche, con tormenta, el pelo mojado y los píes llenos de tierra. Se enamoró porque sabía tocar la guitarra y no le importaba la torpeza de sus dedos sobre las cuerdas, al fin y al cabo, malgastó cientos de horas a su lado para que ahora a penas recordara el acorde LA y el MI menor. Se enamoró por sus silencios, porque callaba más de lo que hablaba y sin embargo le conocía mejor de lo que, pensaba, se conocía a ella misma. Por sus versos, por todas y cada una de las sonrisas que ella coleccionaba en una cajita de madera de dos por dos, y hablo de metros, porque coleccionaba hasta las tristes y las forzadas. Se enamoró de él porque la invitaba a café y a chocolate en invierno, en aquella cafetería en la que no se podían quitar las bufandas y el ruido de las tazas era ausente amortiguado por los guantes de lana. Se enamoró porque le componía canciones y se las cantaba, casi como un chantaje, después de hacerle el amor en aquel pequeño estudio que alquilaba y en el que la habitación principal sólo tenía luz roja y miles de instantes robados colgados en hilo y sujetos por pinzas de tender la ropa, esa que se secaba en la bañera y nunca estaba planchada. Se enamoró porque se llamaba Antón y nunca antes había conocido a nadie que se llamara asi, o simplemente nunca quiso conocer a nadie más. Al fin y al cabo, Claudia llevaba enamorada de Antón desde que jugaban a los médicos en su habitación rosa chicle, mientras sus padres y los de Antón tomaban café en una reunión animada y llena de conversaciones "para mayores". La misma habitación en la que Silvia, sus cinco años y sus muñecas toman té y corretean ahora, dieciocho años después de que Claudia se enamorara de Antón.

3 comentarios:

  1. Silvia soñará cosas bonitas si duerme en esa habitación, porque un amor así impregna cada rincón, cada partícula de aire, cada huequito en el gotelé...

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  2. Sencillamente una sencilla historia de amor.
    Pero a pesar de lo sencillo del asunto la complejidad de tanto sentimiento me deja sin palabras...
    Y como no, esto solo ha podido ser escrito por una mente tan maravillosa y creativa como la tuya.
    Sencillamente perfecto.
    Lo adoro.

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  3. "por todas y cada una de las sonrisas que ella coleccionaba en una cajita de madera de dos por dos, y hablo de metros, porque coleccionaba hasta las tristes y las forzadas."


    lo único que puedo decir es que te quiero.

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