5 de agosto de 2009

-Vamos, dime por qué no he de montarme en ese tren.
-Porque huir no es la manera de enfrentar los problemas.
-¡No, no es eso!-Chilló ella entre sollozos ahogados.
-¿Por qué no lo dices tu?.Yo también necesito escucharlo y nunca te lo he pedido...
-Yo..Yo...A mí no me queda nada, Antón, nada...
-Te puedo asegurar que sí.-Suspiró.- Te quedan los acordes de mi guitarra que cada noche me gritan tu nombre, que lloran con tus palabras, con tus suspiros... Te quedan las noches en las que las estrellas son nuestra única luz, los sueños que alguna vez pediste a las estrellas fugaces, con la cabeza apoyada en mi pecho. Nuestra banda sonora...Compuesta del sonido de tu corazón y el mío en las noches que hacemos el amor.
En ese instante, ella rompió a llorar.
-¿Por qué lo complicas todo tanto, Antón?
-Por que te quiero...pero si lo decía antes, quizá te hubiera dado tiempo a coger el tren...Ahora se ha ido y te vas a quedar conmigo.
El mundo se detuvo.

1 comentario:

  1. El mundo debería estar obligado a detenerse en momentos así.

    Y sí, huir daña más que otras cosas.

    Sólo por esa versión de Turnedo, me moría por comentarte, aunque no tuviera mucho sentido.

    ResponderEliminar